miércoles, 25 de noviembre de 2009

ENSEÑAR A PENSAR






   La práctica del ajedrez facilita el desarrollo de las facultades intelectuales del hombre y el de muchos otros aspectos de su personalidad. Gracias a ella, mejoran y progresan el pensamiento lógico e intuitivo, se fortalece y agiliza la memoria, aumenta la aptitud para concentrarse y cambiar voluntariamente de foco de atención. El ajedrez ayuda a organizar las ideas, a tomar decisiones (obligación de jugar cuando a uno le toca) previa evaluación de las diversas posibilidades que se le brindan al hombre, tanto en la vida diaria como en su actividad laboral.
  
La necesidad de aplicar sucesivamente en la partida de ajedrez las decisiones tomadas, contribuye a modelar la voluntad, a formar un carácter resuelto y a estabilizar las emociones.

  El ajedrez tiene también suma importancia en la educación del sentido crítico para consigo mismo. 
 El juego del ajedrez y el perfeccionamiento en éste arte llevan aparejada la necesidad de analizar las propias partidas, de poner en evidencia y criticar los errores cometidos durante las mismas para evitarlos en el futuro. De ésta suerte, el ajedrez favorece el desarrollo de la rectitud personal, de la crítica de los propios actos. Obliga al hombre a mirarse a sí mismo, revelándole la cruel necesidad de asumir sus errores y corregirlos.

La presencia hoy del Ajedrez en muchas escuelas de prestigio del mundo, es debida al interés muy actual por el ENSEÑAR A PENSAR  ya que el ajedrez lo abarca y comprueba específicamente.
 

El futuro depende del desarrollo de la inteligencia, lo que, obviamente, se relaciona con la educación. La historia demuestra de manera irrefutable que el camino idóneo para que una nación progrese es el fomento masivo de la educación en todos los niveles.


¿Y esto qué tiene que ver con el ajedrez?
  
Es que educar no es otra cosa que enseñar a pensar. Y pensar es la esencia del ajedrez. De ahí la utilidad de incorporarlo a programas de enseñanza primaria, media y superior. Este sería el primer vislumbre del futuro. El ajedrez debe ir a las escuelas o tener una propia; su importancia educativa no es menor a la música, los hábitos de lectura, las artes plásticas o la poesía.

 
 


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